La palabra que besa el interior
Él se acercó con toda la maldad de un buen amante ante el oído de ella para sorprenderla de nuevo y decirle que los deseos son las únicas mentiras que pueden dejar de serlo. Primeramente fue el lugar donde cayeron sus palabras que se estremeció, toda aquella zona circular donde la forma de concha hace retumbar los sonidos para repetirlos y repetirlos. Fue instantáneo. De golpe entró su voz y no pudo hacer más que sentir aquel choque que rápidamente invadió todo su cuerpo. En sus hombros siguieron floreciendo pequeñas rosas blancas que nacieron desde el cuello, rebasaron el hombro y conquistaron los brazos, mientras que sus pechos se despertaban un poco para echar un vistazo a través de la blusa. Sus pezones brotaron sonrientes y la sensación bajó hasta hundir el boquete construido de algo sumamente delicioso que bajaba y bajaba sin poder detenerse hasta penetrar en las zona de las piernas que flaquearon en el próximo movimiento, sobre todo porque al mismo tiempo de llegar a los muslos y caer pesadamente a los pies, aquella sensación, aquella vibra que venía avanzando desde su oído, invadió de lleno y con mucha fuerza el territorio de su sexo. Fue como haberle dado un beso a su interior.
5 comentarios
Yamilett -
josué -
ani -
siempre es un placer leerte.
Iván Francisco Sierra -
marian -